Cuando pensamos en la planificación de nuestro emprendimiento, generalmente pensamos
en ganancias y no en el sentido
propio de éxito como sinónimo de valor.
Ponemos todas nuestras energías
en alcanzar un reconocimiento que comercialmente nos otorgue las mejores ganancias, pero perdemos de vista el
hecho de lo que debemos alcanzar es que sea una empresa con valor. La posibilidad de que nuestro negocio pueda trascender
va más allá de los límites del mercado,
los productos y la comercialización, todo depende de la capacidad de atar la estructura de nuestro
emprendimiento a un Objetivo.
Albert Einstein decía: “Si quieres vivir una vida feliz, átala a
un objetivo, no a las personas o a las cosas”.
Nosotros te podemos decir, “si quieres
alcanzar el éxito en tus negocios, átalo a objetivos y metas, no a los resultados”.
Si piensas en objetivos y metas como el combustible que impulse tu
emprendimiento, cuando surjan dificultades, existan bajas en los mercados
propias del mismo o se te presenten problemas en algún área, ya tu mente estará
programada para resolver el inconveniente
para alcanzar el objetivo poniendo en juego toda tu creatividad y
destreza comercial.
Son contadas las personas que piensan, ante un proyecto, en estos términos,
generalmente su motivación queda limitada al éxito comercial, cuando este no llega con la rapidez esperada o no
obtienen los resultados que esperaban asocian esto al fracaso. No buscan trascender más allá del marco natural de
tiempo y espacio, no se permiten las pruebas y ensayos que le otorgaran a un
emprendedor decidido y enfocado en objetivos,
alcanzar el éxito de su negocio aún si
no se da según lo planificado en el primer momento.
Estar mentalizados y preparados para los contratiempos y los
cambios en el proyecto es
fundamental para lograr el éxito en cualquier rubro. A las dificultades propias
de cada negocio (que podemos conocer o anticipar), debemos agregar los
imponderables. Esas situaciones que escapan a nuestro poder de decisión o a
nuestras habilidades y destrezas para predecir posibles inconvenientes. Es
decir, la planificación tanto de nuestro proyecto de vida como de nuestros negocios no debe estar pensada en función de las personas y de las
cosas sino de nuestros objetivos.
Si bien no es muy agradable, es cierto que tanto las cosas como
las personas tienen carácter transitorio, a raíz de esto, solo alcanzan
significado y sostén para la vida y los negocios en tanto y porque existen, al
desaparecer, todo se derrumba. Para poder contrarrestar esta dolorosa realidad
es necesario que las personas puedan entender que en esencia sólo pueden
considerarse dueñas de su propio destino, de su capacidad de hacer y de ser; todas
las otras cosas, incluso las personas que acompañan en su vida son producto de esto, no motivo o causa. Por esta capacidad de ser y de hacer, es que la vida premia al hombre con los elementos materiales que llega a poseer y lo
rodea de personas con quienes puede
compartirlas con él. La relación no es inversa.
Para lograr y tener éxito
en el cumplimiento de objetivos, es
decir en nuestro negocio, debemos
mantener una relación básicamente
equilibrada y productiva con las personas, si ésta condición falta, la
tarea se transforma en un proceso difícil de llevar a cabo. Todo proyecto, sea
personal o comercial posee sus dificultades y obstáculos, nuestro trabajo es
vencerlos y superarlos en la medida que aparezcan, esto solo lo podremos lograr
si hemos conseguido un mínimo equilibrio en sus relaciones interpersonales.
Ninguna habilidad o virtud es suficiente para alcanzar el éxito, solo lo
lograremos si estamos en plena estabilidad y armonía, pilares básicos en las relaciones familiares y
sociales.
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