Una
nueva investigación llevada a cabo
en Estados Unidos reveló de manera
concluyente, sobre un estudio realizado en adultos mayores de 50 hipertensos, que la presión arterial si se mantiene
en un límite de 12 podría reducir tanto el riesgo
cardíaco como la muerte por esta causa.
La
investigación realizada comenzó en el año 2009. Los facultativos que llevaron a
cabo estos estudios (denominado SPRINT)
contaron con el apoyo de la máxima autoridad en salud de Estados Unidos). El objetivo era obtener datos con el fin de
determinar tan baja debe ser la presión arterial no solo para no padecer
enfermedades sino para obtener beneficios sobre la salud de los pacientes.
La respuesta demoró menos de lo previsto, antes de culminar el tiempo estipulado
hallaron y dieron a conocer los resultados preliminares: según sus afirmaciones
respaldadas en el estudio, la presión
arterial menor a 12 en personas mayores de 50 años que padecen de presión
alta, reduce de manera significativa el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares y reduce el riesgo de muerte.
National Institutes of Health (NIH)
Con el apoyo del National Institutes of Health (NIH), los investigadores tomaron
como punto de referencia, el impacto de las enfermedades cardiovasculares junto con las enfermedades que
afectan a los riñones con el fin de mantener la presión de los pacientes estudiados,
en un nivel menor del que actualmente se recomienda. Para ello, adecuaron la
medicación de 9.300 pacientes de
dicha investigación (todos mayores de 50 años hipertensos y propensos a enfermedades cardíacas y de riñones)
para que el 50% de ellos llegue a un máximo de 12 y la otra mitad a un máximo de
14.
Según lo anunciado por el NIH,
bajar la presión a 12 “reduce la tasa de episodios cardiovasculares, (falla
cardíaca, ataques al corazón y ACV,
a casi un tercio. Y un dato aún mayor, se reduce el riesgo de muerte en los
pacientes que presentan esta patología, a casi un cuarto, en comparación con
aquellos pacientes cuyo objetivo era mantener su presión en 14 (140 milímetros
de mercurio)”.
“La presión en la que hay menos complicaciones
cardiovasculares en la población en general es 12/8. Cuando se supera los 14/9
ya hay hipertensión arterial. Ahora bien, entre un valor y otro existe lo que
se conoce como pre-hipertensión o presión normal alta. Y en ese territorio, a
nivel poblacional, aparecen mayores complicaciones”, introduce Fernando Filippini, presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial.
“El estudio habla de llevar la presión a 12 en los mayores de 50 años.
Yo diría que hay que ser muy cautelosos porque un anciano, por ejemplo,
necesita cifras más elevadas porque si se le baja mucho la presión se puede
reducir el flujo cerebral”.
El
estudio SPRINT no incluyó pacientes diabéticos
y eso tiene una razón de ser: “En un
paciente diabético con daño renal, el descenso excesivo de presión puede ser
contraproducente. Es que al haber muy poca presión de sangre en un órgano deteriorado,
la cantidad de sangre que lleva a filtrar puede ser menor”.
Tampoco
incluyeron pacientes que habían tenido un accidente cerebrovascular antes o
enfermedad renal. Alberto Villamil,
jefe de hipertensión del Instituto
Cardiovascular de Buenos Aires y jefe de cardiología preventiva del
Hospital Argerich, agrega: “Si hablamos de población sana, tener la presión en 12/8 es óptimo. Según los
datos preliminares de este estudio, menos presión es favorable para la salud al
haber menos daño de la pared de las arterias. Pero si tenemos una población
vulnerable –infartados, con insuficiencia
renal o personas que tuvieron un ACV–
no necesariamente es bueno bajar tanto la presión.
La presión es un instrumento para llevar sangre al tejido: si el
paciente tiene sus arterias estropeadas y hay menos acceso de la sangre a ese
tejido, un descenso muy marcado de la presión puede causar isquemia”. Estos parámetros, explica, están respaldados por las
guías de la Sociedad Argentina de
Cardiología y de la Sociedad Argentina
de Hipertensión.
“Nuestras
conclusiones aportan evidencia importante de que bajar la presión en pacientes mayores o de alto riesgo puede ser
beneficioso y abrir el paso a mejores condiciones de salud en general”,
dijo Lawrence Fine, director del Instituto Nacional de corazón, pulmón y
sangre (NHLBI). “Pero los pacientes deberían hablar con sus médicos para
determinar si esto es beneficioso para su caso en particular”. Eso es lo que
sostienen los médicos argentinos: cada paciente deberá ser evaluado para saber
a qué meta puede llegar.
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