martes, 11 de agosto de 2015

¿Para que soñamos?


¿Quién no se preguntó alguna vez si los sueños son premonitorios? ¿Alguna vez te preguntaste para que soñamos? La respuesta puede ser mucho más simple y sin tantas fantasías o suposiciones.




El soñar cumple con una función  psicológica más que importante, el sueño le  permite a nuestro organismo auto repararse para poder continuar su rutina diaria en condiciones óptimas. Si bien es una función fisiológica, contiene elementos cognitivos que son difíciles de decodificar e interpretar, un alto porcentaje de contenido emocional y su combinación hace que se nos haga irresistible su interpretación.

El tema fundamental, es que la lectura literal de los sueños no es la correcta, miremos la parte de la biblioteca que elijamos, todo dependerá del autor que los haya estudiado para que nos den los parámetros que debemos considerar a la hora de interpretarlos.


Siempre suspiramos por visiones de belleza, siempre soñamos mundos desconocidos.
(Max Jabob)


La mayoría sigue la teoría de Freud que junto con sus seguidores sostienen la postura del fundamento fisiológico “los sueños son deseos reprimidos que emergen en momentos en que la censura de nuestra psiquis esta menos alerta”. Otros autores, como Hobson lo consideran un producto fisiológico de nuestra psiquis totalmente  descartable.

¿Cuál es la postura que prevalece para responder para que soñamos? Los sueños responden  a la consolidación de nuestra memoria, su función psicológica se basa en que el sueño REM consolida nuestra memoria y luego de un buen sueño, la recuperación de nuestros recuerdos es más efectiva.



Aunque no es una posición universalmente aceptada, ya Vertes, (2000) en sus escritos asegura que  la función primaria del sueño REM es puramente fisiológica pero insiste en que, su objetivo fundamental es otorgar a nuestro  cerebro la estimulación necesaria para que se  recupere  totalmente del sueño profundo.

En lo que coinciden todos o casi todos es en afirmar que el sueño actúa sobre nuestra memoria emocional permitiendo activar los circuitos cerebrales asociados a la emoción, como el sistema límbico y la amígdala lo que facilita  el control consciente de la corteza frontal y la entrada y salida de estímulos, es así que  desactiva las partes del tronco cerebral.


Planteamos la hipótesis de que lo que consolida el sueño es la actitud, entendida como preparación a actuar (Bull, 1951), en la que se inhibe la acción, y al inhibirse la acción aparece el componente emocional, en el mismo sentido que da Frijda (1989) a las emociones como preparaciones a actuar.



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